El yogurt, tal como lo conocemos hoy, tiene un pasado tan antiguo como fascinante. Se estima que nació hace más de 4.000 années en la región que actualmente corresponde a Turquía, en pleno Medio Oriente. El propio término yogur proviene del turco yoğurt, derivado de yoğurmak, que significa amasar, una referencia directa al proceso tradicional en el que se trabajaba la mezcla semisólida durante su elaboración.
Cependant, su historia no se limita solo al territorio turco. Restos arqueológicos y registros históricos vinculan su origen también a Asia Central, así como a la antigua Tracia —actual Bulgaria— y la península Balcánica, donde ya se consumía alrededor del 4500 un. C.

Un alimento incluso anterior a la agricultura
Todo indica que el yogurt existía antes de que la humanidad desarrollara plenamente la agricultura. Para los pueblos nómadas ganaderos, la leche fermentada era un alimento esencial:
- Era fácil de transportar
- Se conservaba mucho mejor que la leche fresca
- Su ligera acidez actuaba como conservante natural
- Ofrecía energía y nutrientes fundamentales
Estas condiciones hicieron del yogurt un compañero indispensable en los largos recorridos de los pueblos nómadas de Asia y Medio Oriente.
La fermentación espontánea: el origen accidental del yogurt
La teoría más aceptada señala que el yogurt nació por accidente.
Los nómadas transportaban leche dentro de sacos hechos de piel de animal. El calor ambiental y las bacterias naturalmente presentes en estos recipientes provocaban una fermentación espontánea, transformando la leche en una mezcla espesa, ligeramente ácida y sorprendentemente duradera.
El proceso empezó a replicarse fácilmente: solo había que rellenar el mismo saco —que contenía restos del lote anterior— con leche fresca y esperar a que las bacterias hicieran su trabajo.
Este método ancestral aún sobrevive en la tradición doméstica turca: hervir leche, agregar un poco de yogurt como cultivo inicial y dejar reposar a temperatura ambiente.
El yogurt en las primeras civilizaciones
No tardó en convertirse en un alimento venerado.
Incluso en textos antiguos —como el Antiguo Testamento— se mencionan las leches fermentadas, atribuyendo la longevidad de Abraham a este alimento “regado por ángeles”.
Autores clásicos también celebraron sus virtudes:
- Plinio el Viejo (siglo I) lo llamó un “alimento divino y milagroso”.
- Galenio (siglo II), médico de renombre, destacó sus beneficios sobre el estómago y la digestión.
Desde tiempos remotos, se le han atribuido propiedades calmantes, reguladoras del intestino y promotoras de bienestar general.

El salto a la ciencia moderna: Méchnikov y la revolución del siglo XX
El yogurt pasó de ser un alimento tradicional a convertirse en un producto mundialmente popular recién en el siglo XX.
El responsable fue el bacteriólogo ruso Élie Méchnikov, ganador del Premio Nobel en 1908.
Observó que los campesinos de los Balcanes —consumidores habituales de una leche fermentada llamada yahourth— tenían una sorprendente longevidad.
A partir de allí:
- Estudió los microorganismos presentes en el yogurt
- Demostró que reducían la diarrea en lactantes
- Identificó vitaminas del grupo B en su composición
- Lo describió como un alimento “anti-envejecimiento”
Su respaldo científico generó una revolución que impulsó la demanda del yogurt en toda Europa.
Del laboratorio a la industria: el nacimiento del yogurt moderno
La primera producción industrial de yogurt llegó en 1917, cuando Isaac Carasso comenzó a fabricarlo en Barcelona.
El producto se vendía inicialmente en farmacias, promocionado como un alimento saludable y medicinal.
Años más tarde, dans 1942, su hijo Daniel Carasso llevó el yogurt a Estados Unidos, fundando la primera empresa dedicada a producirlo en el mercado estadounidense.
Durante los años 50, el yogurt empezó a venderse en lecherías y supermercados, convirtiéndose en un alimento cotidiano. Su sabor, versatilidad y beneficios lo catapultaron a los hogares de todo el mundo.

El yogurt hoy: tradición, ciencia y bienestar
Lo que alguna vez fue un descubrimiento accidental dentro de un saco de piel de animal es ahora uno de los alimentos más valorados del planeta. Consumido por millones cada día, el yogurt combina:
- Sabor auténtico
- Propiedades probióticas
- Digestión suave
- Alta nutrición
- Versatilidad culinaria
Y aunque su producción moderna utiliza tecnología avanzada, el principio fundamental sigue siendo el mismo que hace miles de años:
fermentar leche con bacterias beneficiosas para crear un alimento vivo, nutritivo y lleno de historia.
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